La Gaceta Musical barcelonesa

La Gaceta Musical barcelonesa fue una publicación dominical, dedicada a la defensa y actualidad del arte lírico español, que contó con colaboradores como Francisco Asenjo Barbieri (1823-1894) y Baltasar Saldoni (1807-1889), entre otros. Destaca entre sus páginas la crítica musical, una sección de canto, lecciones sobre historia musical y relatos musicales de carácter instructivo, así como partituras para canto y piano.

Sus textos decimonónicos no dejan de sorprender por un tono, en ocasiones, polémico, en pleno siglo XIX. Este fragmento de su primera columna del 25 de octubre de 1866 es buen ejemplo de ello:

CUESTIÓN QUE LAMENTAMOS
Desgraciado es el arte en que sus profesores en vez de encumbrarlo con obras dignas y estudios relevantes, se entregan a mezquinas personalidades, no solo destructoras del buen nombre artístico, sino muestras vergonzosas de la educación del profesorado, si posible es dar este respetable título a tales antecededentes.
Los verdaderos profesores de un arte no deben tener otra rivalidad y otras personalidades, que la emulación noble que da la ambición de gloria fundada en el estudio y llevada por la senda del decoro y del espíritu de compañerismo, que es lo que hace respetable a un arte, y respetados a los que lo profesan.

No es la intriga, no es la calumnia, no es el favor, el que da el respeto y el verdadero nombre artístico a un individuo; son sus obras, su comportamiento, su mérito real y efectivo. La intriga y el favor podrán dar riquezas y honores; pero nunca un nombre que pase a la posteridad, que de gloria a la patria, que de honor a su arte.
Es preciso que el arte musical en España, tan abatido y desprestigiado por la mayoría de los que lo profesan, arroje a los musicantes, y solo acoja a los profesores de él; y es preciso que estos profesores dejen de ser puramente mecánicos para convertirse en verdaderos artistas.
¡Artista! ¡Cuántos profanan esta palabra y cuán pocos saben su verdadero valor!
Créese generalmente que la palabra artista no contiene otro significado que el dado por nuestro diccionario de la Academia; pero es un error, porque artista no es el que ejercita algún arte, sino el que, como dice Smith, tiene el poder de comunicar a los demás sus propias emociones, de hacerles gozar sus goces, de hacerles sufrir sus dolores, en una palabra, el don de imponer soberanamente a los demás sus sensaciones e ideas.
     (...)
El artista no es cierto que deba estar poseído del fuego sagrado como dicen algunos; pero sí lo es el que ha de tener una extremada sensibilidad para obrar en todo sin la cual no podrá ser otra cosa que un mecánico o un aficionado al arte .




Silvia Pato